DWEIL’A, Siria — Un atacante suicida detonó un chaleco explosivo tras abrir fuego contra feligreses en una iglesia ortodoxa griega durante la misa dominical, en un ataque que dejó al menos 22 muertos y 63 heridos, según informaron medios estatales sirios. El atentado, el primero contra un templo cristiano en Siria en años, ha reavivado los temores sobre la presencia de células extremistas en el país.
El ataque ocurrió en la iglesia de Mar Elias, ubicada en la localidad de Dweil’a, a las afueras de Damasco. El Ministerio de Salud sirio confirmó el balance de víctimas, mientras que el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (con sede en Reino Unido) reportó al menos 19 fallecidos y “decenas de heridos”, sin precisar cifras definitivas. Testigos y medios locales indicaron que entre las víctimas había niños.
Detalles del ataque
Según el portavoz del Ministerio del Interior sirio, Noureddine Al-Baba, el agresor irrumpió en el recinto religioso armado con un rifle y disparó contra los presentes antes de activar el explosivo atado a su cuerpo. La explosión causó pánico y destrucción parcial en el edificio, dificultando las labores de rescate.
Aunque ningún grupo reivindicó el atentado, las autoridades sirias señalaron que la investigación preliminar apunta a la responsabilidad del Estado Islámico (EI), organización que mantiene células activas pese a su derrota territorial en 2019.
Contexto de tensión
El ataque se produce en un momento delicado para el régimen de Damasco, que busca proyectar estabilidad tras más de una década de guerra. El presidente Ahmad al-Sharaa ha intentado consolidar su autoridad y atraer el apoyo de minorías religiosas, incluyendo a la comunidad cristiana, que representa alrededor del 10% de la población siria.
Expertos en seguridad advierten que el resurgimiento de ataques contra civiles —especialmente en zonas bajo control gubernamental— refleja la capacidad operativa de grupos yihadistas para infiltrarse en áreas supuestamente seguras.
Reacciones internacionales
La Iglesia Ortodoxa Griega condenó el “cobarde acto de terror” y pidió protección para los lugares de culto. Mientras, organizaciones humanitarias alertaron sobre el riesgo de nuevos ataques contra minorías en un país donde la violencia sectaria ha sido recurrentemente instrumentalizada.
Hasta el momento, ningún gobierno extranjero ha emitido un comunicado oficial, pero se espera que el Consejo de Seguridad de la ONU aborde el tema en las próximas horas.
