En el Alto Manhattan, donde la bandera dominicana ondea perpetuamente en el corazón de miles de migrantes, los preparativos para el 43° Desfile Anual del Día Nacional Dominicano (NatDDP) han transformado las calles en un vibrante mosaico de cultura quisqueyana. Este año, la celebración -una de las más importantes de la diáspora dominicana en el mundo- llevará no solo alegría, sino también un profundo sentido de solidaridad y memoria colectiva, a tres meses de la tragedia en la discoteca Jet Set que aún mantiene en luto a la comunidad.

Desde principios de semana, los barrios de mayoría dominicana, especialmente el sector que Google Maps ya denomina oficialmente “Pequeña República Dominicana”, han hervido de actividad. Comerciantes como Luis García, un mexicano que por diez años consecutivos ha vendido banderas, gorras y camisetas alusivas en la esquina de St. Nicholas Avenue y la calle 181, encarna el espíritu multicultural que caracteriza esta festividad. “Ellos son mis queridos vecinos. Yo alzo esta bandera con orgullo”, confiesa mientras muestra una pila de mercancía tricolor.

Entre los preparativos, destacan historias como la de Yusbelys Ramos, quien afina los detalles para lucir su bandera con doble energía este domingo. El desfile, más que un evento de horas, es un fenómeno cultural que permea semanas: restaurantes sirven mangú y sancocho con sazón extra, las vitrinas se tiñen de azul bermellón y blanco, y hasta los balcones compiten en creatividad con decoraciones patrióticas.
En un año donde el duelo se entrelaza con la celebración, el NatDDP se erige como testimonio de resiliencia. Mientras Nueva York se prepara para recibir a decenas de miles de espectadores, la comunidad dominicana demuestra una vez más que su cultura no solo se exporta, sino que se planta firme en suelo extranjero, convertida en faro de identidad y orgullo colectivo. 🇩🇴✨ #DesfileDominicanoNYC