CONSTANZA.- La crisis de rentabilidad en el campo ha obligado a un productor de ajíes de esta localidad a tomar una medida desesperada: regalar una parte significativa de su cosecha.
La decisión se debió a que los precios ofrecidos en el mercado eran tan bajos que ni siquiera cubrían los costos de producción, incluyendo insumos, mano de obra y transporte. Para el agricultor, fue preferible evitar que el fruto de su trabajo se perdiera en el campo, aun cuando esto signifique asumir una pérdida total de su inversión.
La situación evidencia una paradoja que afecta a toda la cadena de comercialización: mientras el productor se ve forzado a regalar su mercancía o venderla a precios de ruina, los consumidores finales sufren el impacto de altos precios en los estantes de colmados, mercados y supermercados.
Esta enorme brecha señala graves distorsiones en los canales de distribución, donde la ganancia parece concentrarse en la intermediación, en perjuicio tanto de quien siembra como de quien compra.
Este caso no es aislado y apunta a una problemática estructural que pone en riesgo la sostenibilidad de la agricultura local. Si los productores no encuentran rentabilidad en su trabajo, el abandono de los cultivos será inevitable, lo que generaría una mayor escasez de productos nacionales, un aumento en la dependencia de importaciones y, en consecuencia, precios aún más elevados para la población.
Expertos del sector agrícola urgen a la búsqueda de soluciones integrales que acorten la cadena de intermediarios y garanticen un comercio justo para todos los eslabones.